Goyo y Juan Carlos: vaya par de cafres...

Parte de la sección de carretera tuvo un arrebato el sábado 18 de junio y decidieron dar el salto de los 100-120 kilómetros de sus salidas habituales a los 225 kilómetros que hay entre Barcelona y Vinarós.

A las 5:00 horas comenzaron a dar pedales en dirección a la N340. Por si la ruta más lógica no fuera suficientemente dura, decidieron marcarse una subida al Ordal para calentar las piernas. No contaban que en 225 kilómetros las piernas se calientan, se enfrían y se recalientan más veces que el aceite de cierta churrería que todos conocemos.

Tras algún que otro problema de orientación y con la señalización de los desvíos, incluida una visita a un tramo de autovía con los Mossos D' Esquadra como atónitos testigos, enfilaron hacia el infierno eólico que es la zona de Hospitalet de L'Infant y alrededores. ¿Alguien creía que el viento podría soplar a favor de nuestros ciclistas? ¡Jamás! El fuerte viento lateral que por momentos hizo que Juan Carlos y Goyo consideraran la posibilidad de lastrar sus bicicletas. Ironía ciclística: tanta historia con bajar peso en los cuadros para acabar buscando en el arcén piedras que echarse al bolsillo...

Superado ese tramo, sólo quedaba calderilla hasta el Cámping de Vinarós que tenían como meta. La rampa final que no falta en ninguna ruta, llegada, satisfacción del deber cumplido y fotos de rigor. El palo final fue esperar al tren que les traería de vuelta a casa, pero esa ya es otra historia...

Y todos nos preguntamos: ¿después de esto que se les ocurrirá la próxima vez? Con estos dos, podréis pensar la mayor barrabasada y os quedaréis cortos.