lunes, 29 de junio de 2015

Cambiamos la bici por las botas

El sábado 27/6/2015 nos liamos la manta a la cabeza, nos calzamos las botas de montaña y nos pegamos el madrugón padre; algunos más que otros, que hay a quien se le pegaron las sábanas (si es que a estas alturas de canícula alguien las sigue usando). El objetivo era coronar el mítico Pedraforca, que con sus 2.506 metros de altitud supone un reto clásico para cualquier dominguero que se precie (como claramente es nuestro caso).

A las 7:30 h, tras la foto de rigor, arrancábamos del aparcamiento cercano al refugio Lluis Estasen. El día acompañaba y el madrugón nos permitía completar prácticamente toda la ascensión sin cruzarnos a nadie; poco tiempo después la montaña se llenaría de ramblers como nosotros (pero menos madrugadores).

Más o menos agrupados superamos la preciosa zona boscosa de la primera mitad de la ascensión hasta el Coll de Verdet (2259 m), donde cambiamos los árboles por la pura piedra pedraforquina. El tramo final, ya más técnico, lo hicimos cada uno a su ritmo hasta coronar el Pollegó Superior (2.506 m) donde aprovechamos la ausencia de viento y el espléndido día para comer cual Carpantas de montaña. Antes del retrato de rigor, algunos pasamos vergüenza ajena cuando el presi sacó su inefable palo de selfies (en lugar de utilizarlo como sonda rectal, nos limitamos a recriminarle su falta de criterio en la elección de accesorios para telefonía móvil).

Inmortalizada nuestra gesta, tocaba empezar a bajar superar la temida tartera. Con más pena que gloria, salvamos este último obstáculo antes de adentrarnos de nuevo en el bosque para llegar al refugio Lluis Estasen, donde nos encontramos con el amigo Melo que estaba pasando el día con la familia. Nos reagrupamos y en un periquete nos plantamos en los coches, donde emprendimos el regreso al barrio (previa parada en Cal Rosal para comer).

Por cierto, que para seguir con su tradición Fleta también rompió algo en la salida; a falta de bici se desgració una de sus botas. El chaval se marcó toda la bajada, tartera del infierno incluida, sin suela en el pie izquierdo (calzando algo más parecido a una Botilde que a una bota de montaña). Como prueba de su azaña, una foto de su llegada al aparcamiento.

Un gran día de montaña que ha inoculado en nosotros el virus de la montaña una vez más. Hay que habla ya de asaltar el Bastiments...

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